La planificación urbana contemporánea se enfrenta a una versión actualizada de la histórica y compleja tarea de cómo conjugar las preocupaciones englobadas bajo el paraguas de la llamada sostenibilidad medioambiental y el conjunto de necesidades derivadas del crecimiento de nuestras sociedades en el ámbito del urbanismo y la edificación.
Abordar dicho reto
debe tener su punto de partida en el rechazo de la perspectiva axiomática que
presenta como irreconciliables ambas realidades. Parar ello consideramos
indispensable hacerlo desde una postura crítica que considere como desfasados tanto
los planteamientos que subyugan el cuidado medioambiental a un hipotético bien
social que naturaliza el principio del "crecimiento ilimitado" -presentando
el crecimiento a todos los niveles como condición intrínseca a la naturaleza
humana y vinculada irremediablemente a nuestra supervivencia-, como las
posturas que presentan como prácticamente imposible la fusión de los intereses
del medio y de los humanos al idealizar una "naturaleza salvaje" en
la que el ser humano aparece prácticamente excluido.
Superada la
incompatibilidad que presuponen estas perspectivas, y adoptados nuevos marcos interpretativos como el ofrecido
por el principio del desarrollo sostenible en que lo medioambiental, lo
social y lo económico son vinculados indefectiblemente, la planificación urbana
ha retomado el proceso de dotarse de
pautas, teorías, técnicas... que concilien la conservación del medio ambiente
con las necesidades sociales y del crecimiento urbano.
Un ejemplo de estos años de reflexión desde el mundo de la arquitectura, el urbanismo o el paisajismo lo encontramos en certificados de edificación "sostenible" como el BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Method) o el LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) que ofrecen nuevas respuestas a la pregunta de cómo construir de manera sostenible. Ahora bien, reconocer el carácter novedoso de estas propuestas, debe ir acompañado del reconocimiento y recuperación de las aportaciones que el conocimiento y técnicas populares y tradicionales hacen en relación a la construcción sostenible.
Consideramos pues a la construcción
sostenible como:
La adaptación de los métodos de construcción y edificación al contexto local -es decir, en concordancia con las necesidades demográficas, con las dinámicas socioculturales o con los materiales y estilos de construcción tradicionales, entre otros-, la minimización del impacto ambiental y paisajístico al integrar las edificaciones en el entorno en que se ubican y erradicando el uso procesos constructivos y materiales contaminantes, y hacer que las edificaciones ofrezcan las condiciones óptimas a nivel de salud y bienestar a sus ocupantes.