Todos ellos se pueden sustituir por resinas naturales.
Efectivamente, los
barnices, las pinturas, las colas, los emulsionantes, los plásticos, las gomas,
las tintas o incluso los productos cosméticos pueden obtenerse de las resinas
naturales que nos ofrecen los pinos.
No es nada nuevo, así ha sido durante muchos años hasta que en los años 60
o 70 se abandonó la obtención de la resina de nuestros bosques por la
imposibilidad de competir económicamente con los derivados del petróleo.
¿Pero han cambiado las circunstancias con el encarecimiento del barril del
petróleo, fruto de su escasez? Y no solo eso… ¿el mercado de la construcción
saludable es capaz de potenciar la vuelta al producto natural?
Tal como indica Juan Carlos Alvarez, este oro amarillo inagotable, cuyo
Golfo Pérsico es la Península Ibérica, es actualmente deficitario en la UE,
estando obligados a importar grandes cantidades de este material natural,
renovable y ecológico. Los elevados costes del petróleo y la reducción del
gasto derivado por el uso de resinas naturales podrían aplicarse a nuevos
proyectos de desarrollo en las zonas más desfavorecidas de nuestra Península. A
modo de ejemplo, la UE necesita en torno a 200.000 Tm y la Península podría
producir 93.000 Tm de acuerdo con los datos proporcionados por el Inventario
Forestal Nacional (IFN 1995-2002), es decir podemos cubrir un 50% de las
necesidades.
Apoyar a la industria química natural significa mantener una materia prima
propia de nuestro territorio, significa crear riqueza en las zonas rurales y
significa, ecológicamente, defender la vulnerabilidad de los bosques ante los
incendios.
Un argumento más, junto con la obtención de biomasa para pellet o
cogeneración, para recuperar la utilidad de nuestros bosques.