El término “casa pasiva” apareció recientemente como lo último en diseño verde, fusionando arquitectura e ingeniería en un sólo enfoque. Este tipo de viviendas poseen un sistema avanzado de persianas automatizadas y ventilación pasiva, ofreciendo como resultado que en verano se mantengan temperaturas frescas y en invierno cálidas. Pero ¿cómo funciona todo en conjunto para conseguir este resultado?
Si tiene una idea un tanto borrosa de como es la casa pasiva, hace unos días “The New York Times” publicó una excelente infográfica que muestra las principales características de este original diseño:
La construcción de casas pasivas se basa principalmente en la instalación de elementos que regulan la temperatura interior del edificio, sin necesidad de sistemas de energía activa, como aires acondicionados. El adecuado sellado interior es la clave, compuesto por paredes de triple espesor, aislamientos y revestimientos de doble capa de vidrio. Además, la orientación de la casa contribuye a mejorar su eficiencia, con ventanas que son cubiertas por sombras durante los meses de verano, sin embargo, son más expuestas a la luz solar durante los meses de invierno. El “corazón” de la casa es sin duda el intercambiador de calor, que aspira aire del exterior a la casa, y regula este usándolo en el interior.
Este tipo de edificaciones son increíblemente eficaces; las casas pasivas no requieren de calefacción central. Aunque las casas pasivas tienen un costo estimado en un 15% más que la construcción de hogares convencionales, el ahorro en el gasto de energía puede llegar fácilmente a sobrepasar más del 85%.
Todo esto suena simple e irresistible, ¿verdad? Ya se han construido unos miles de viviendas pasivas. Aunque no tengan un uso extendido en los tiempos actuales, con el paso del tiempo serán más frecuentes de ver por todo el mundo, debido a que los principios de éste método se están difundiendo rápidamente en la construcción “verde” de los últimos años.